Invertir en agricultura representa una gran oportunidad para un inversor a la hora de buscar un sector estable, de bajo riesgo y elevada rentabilidad, alejado de la especulación y la volatilidad de otros sectores económicos, tal y como lo demuestran las estadísticas. Unas características que otorgan a la actividad agrícola un equilibrio fundamental entre inversión y retorno, de forma sostenida en el tiempo y sostenible desde los puntos de vista social, económico y medioambiental.
La agricultura es uno de los motores de la economía española por su aportación a la generación de Producto Interior Bruto (PIB), así como a la creación de empleo, tanto de forma directa e indirecta, proporcionando una estabilidad al alcance de muy pocas actividades económicas.
Con los datos en la mano, la agricultura es el sector que mejor se ha comportado ante la crisis provocada por la Covid-19 y el que ha arrojado una mayor resiliencia y capacidad de adaptación: ha cerrado el ejercicio 2020 con un aumento del 4,9% del PIB, frente a los descensos generalizados en el resto de actividades; y es la única rama económica que ha incrementado su Valor Añadido Bruto (VAB) en 2020, con un avance del 4,7%, lo que supone la cifra más alta registrada por el sector desde el año 2004.
Estos datos reflejan que hace años que la agricultura dejó atrás el tópico de ser un sector alejado de la innovación y la modernización de los procesos. Al contrario, está considerado como una de las actividades que más invierte en I+D, tecnificación y digitalización, gracias a lo cual, es uno de los sectores que presenta mejores oportunidades de inversión en la actualidad, tanto para aquellas personas que no conocen su funcionamiento y desean sacar un mayor partido a sus ahorros, ante la escasa o nula rentabilidad que ofrecen los depósitos bancarios, como para los agricultores que deseen diversificar sus cultivos porque ven cómo sus explotaciones extensivas y de escasa tecnificación no ofrecen el rendimiento y la rentabilidad suficientes para garantizarles su supervivencia.
A la hora de invertir en agricultura, la combinación ganadora ha de mirar hacia aquellos cultivos considerados de alto valor, es decir, que otorguen a la producción un valor añadido ante las necesidades cambiantes del mercado, de forma que arrojen una adecuada rentabilidad para el agricultor a lo largo de la vida útil de la explotación.