La labor de fertilización del cultivo de nogal es fundamental para mejorar la productividad de la planta. Para hacerlo de la forma más correcta, hay que conocer las principales características de la explotación, desde la orografía, pasando por el estado del suelo, la climatología de la zona, así como la disponibilidad de recursos hídricos, la variedad y el grado de madurez del cultivo. Una adecuada fertilización de la explotación de nogal prolongará su vida útil en producción, mejorará la calidad de la nuez y, en definitiva, incrementará la rentabilidad para el agricultor.
A la hora de planificar una correcta fertilización del nogal, hay que tener en cuenta cuáles son los principales nutrientes que necesita el nogal para su óptimo desarrollo. Aunque los expertos cifran en 17 los elementos esenciales para un buen manejo agronómico del cultivo de nogal, el nitrógeno y el zinc son los nutrientes más importantes para su crecimiento, desarrollo y calidad.
Hay que tener en cuenta las dosis necesarias que se deben aplicar para rentabilizar la inversión. Las aportaciones de nitrógeno, fósforo, potasio, zinc y magnesio al cultivo, así como el momento más adecuado para hacerlo, han de fundamentarse en estudios de diagnóstico nutricional tanto en planta como en suelo para aumentar la productividad, así como para preservar el medioambiente.
Además, es importante conocer cuáles son las etapas fenológicas y la dinámica nutricional del cultivo de nogal para determinar sus necesidades nutricionales. De esa forma, se puede diseñar mejor un programa de fertirrigación para llevar a cabo las aplicaciones adecuadas y oportunas de nutrientes a través del sistema de riego, en función de esas etapas fenológicas.
En los primeros años de vida del nogal, se aconseja incorporar nitrógeno, en primavera, para facilitar la formación de la estructura del árbol y sus ramificaciones. Posteriormente, en la época de floración y generación de frutos, se recomienda abonar nuevamente. Además, es conveniente aplicar un abonado profundo con materia orgánica para mejorar la nutrición del suelo, de forma anual o, al menos, cada dos años.
Por su parte, el fósforo y el potasio suelen ser más demandados por la planta en el momento en el que comienza a florecer y a desarrollar los frutos. El magnesio será muy decisivo en la fase de formación del grano y para favorecer el endurecimiento de la cáscara de la nuez.