Originario de Asia Central, la higuera es un cultivo que hoy se encuentra muy extendido por la cuenca mediterránea. Se trata de una planta rústica con una gran capacidad de adaptación a condiciones adversas tanto de suelo como de salinidad y sequía, principalmente. En óptimas condiciones de desarrollo, la cantidad y la calidad de la cosecha se incrementan notablemente, lo que pone de relieve el amplio margen de mejora existente para este cultivo en España, mayoritariamente, gestionado en secano.
El fruto de la higuera es muy versátil y se puede consumir fresco o seco, aunque también se utiliza, dándole un valor añadido, como materia prima fundamental para la industria agroalimentaria, en la elaboración de mermeladas, almíbares, helados e, incluso, licores. Además, su consumo otorga numerosos beneficios para la salud, entre ellos, ayudar a reducir la hipertensión y los riesgos de enfermedades cardiovasculares, a perder peso facilitando la digestión, proporciona energía y combate el cansancio, aporta antioxidantes, calcio y fibra, protege frente a la degeneración macular, ayuda a prevenir la diabetes y la anemia, ejerce de laxante natural y es eficaz en tratamientos para la boca y la piel.
En España, el cultivo de higuera está creciendo, aunque a un ritmo lento. En 2019, se cultivaban 21.334 hectáreas; en 2020, la cifra ascendió hasta las 21.903; y en 2021, último dato disponible, ya hay 22.188 hectáreas, según la Encuesta sobre Superficies y Rendimientos de Cultivos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.
Extremadura es la comunidad autónoma líder en superficie de cultivo de higuera, con más de 13.000 hectáreas, seguida de lejos por Baleares, que roza las 3.000; Andalucía, que supera las 2.000; Castilla-La Mancha, que cuenta con más de 1.600; y la Comunidad Valenciana, con 700 hectáreas. Existen otras zonas con plantaciones de higueras, pero cuentan con superficies poco relevantes. La mayoría del área dedicada a higuera en España se desarrolla en régimen de secano, con casi 18.000 hectáreas, el 81% del total, aunque se observa una tendencia al alza en la apuesta por el regadío, debido a que incrementa la productividad y la calidad de los frutos.
España es el principal país productor de higos de la Unión Europea, por delante de Grecia, Italia, Portugal y Francia. Además, España es el sexto productor mundial, con alrededor de 50.000 toneladas. Turquía lidera el ranking internacional, seguido de Egipto, Marruecos, Argelia e Irán. En la última década, Turquía, Marruecos y España han registrado un incremento notable en la superficie cultivada y la producción.
Los principales países compradores de higo son Alemania y Francia, que absorben prácticamente un tercio de la producción mundial, seguidos de Estados Unidos, Rusia y Reino Unido. En el caso de España, exporta tanto en fresco como seco.
En los últimos años, se ha observado un buen comportamiento de las cotizaciones, gracias a una demanda internacional creciente y a la apuesta por aportar valor añadido al producto una vez cosechado, a través de su transformación por parte de la industria agroalimentaria. Esta tendencia está abriendo el camino hacia un cultivo alternativo para determinadas zonas, en muchos casos, deprimidas, en las que no es viable la implantación de otras especies de regadío o con mayores necesidades hídricas.
Claves para el éxito
Para lograr la consolidación de este cultivo es necesario incorporar tecnología a lo largo del proceso productivo, de forma que mejoren aspectos agronómicos relacionados con el material vegetal, las técnicas de cultivo como podas y abonados, el establecimiento de riego y fertirriego, así como el control y manejo de plagas y enfermedades, además de mejoras en las técnicas de recolección y poscosecha. Todo ello, permitirá incrementar la producción y la calidad de los frutos, que a su vez será más homogénea, lo que redundará en una mejor comercialización.
Las condiciones más adecuadas de clima y suelo para el cultivo de higuera son aquellas con un invierno benigno y un verano caluroso, con escasas precipitaciones, ya que la humedad y la lluvia en exceso perjudican la calidad del fruto. Esto significa que su óptimo desarrollo necesita un clima cálido y seco, pues se trata de un árbol muy resistente a la sequía. Además, no requiere de suelos demasiado fértiles, llegando a desarrollarse, incluso, en terrenos pedregosos y áridos, aunque para mejorar la cosecha se requieren altos contenidos en calcio y hay que vigilar la podredumbre radicular, a la que es especialmente sensible. Preferiblemente, se desarrolla mejor en suelos bien drenados, con al menos un metro de profundidad y con un pH de entre 6,5 y 8.
Necesidades hídricas y de fertilización
En cuanto a las necesidades hídricas y de fertilización, es muy tolerante a la sequía, como ya hemos indicado, aunque es recomendable regarlo en invierno, cuando esta estación es seca, aplicando un nuevo riego en marzo para favorecer el engorde de las brevas, así como en julio, para mejorar el tamaño del higo (en el caso de variedades bíferas, que producen brevas y, posteriormente, higos, frente a las uníferas, que solamente producen higos). Conviene recordar que la aportación hídrica aumenta el calibre de la fruta, pero reduce la calidad y el dulzor. Ocurre algo similar con la fertilización, que incrementa el tamaño del fruto, pero merma su sabor y su conservación.
Su plantación suele realizarse mediante esqueje, con fácil enraizamiento. Hay que tener en cuenta que su multiplicación es muy sencilla, a partir de estacas ramificadas que obtienen de sus mismos árboles, eligiendo aquellas higueras que son mejores y de la variedad deseada. La época de plantación suele darse durante el mes de enero. Por su parte, los marcos de plantación varían mucho, desde los 8 x 8 metros en cultivo extensivo a los 5 x 5 metros en intensivo o, incluso, más estrechos en el caso de cultivar higueras solamente, pues en ocasiones se desarrollan conjuntamente con granados o almendros, sobre todo, en los casos en los que no se consideran el cultivo principal del agricultor.
Poda de la higuera
Respecto a la poda, la higuera es un árbol que requiere pocas labores de clareo y poda, con el objetivo de mejorar la formación y la productividad, y ciñéndose estos trabajos, en general, a retirar las ramas secas o estropeadas. En las plantaciones comerciales productivas, conviene realizar aclareos de ramas periódicos para evitar que las higueras crezcan en exceso, de forma que los frutos puedan recogerse desde el suelo, cortando las ramas demasiado altas. También se recomienda desroñar, es decir, eliminar algunas yemas, normalmente, entre enero y febrero, para favorecer el engorde de las brevas. Hay que tener en cuenta que si se realiza una poda ligera, se beneficia la producción de brevas de junio y julio, pero se reduce la cosecha de higos en otoño.
La recolección de los frutos, por su delicadeza, requiere un especial cuidado, de ahí que se lleve a cabo de forma manual y represente, por ello, uno de los mayores costes de producción del cultivo de higuera.
Producción bajo plástico
Investigaciones recientes se han centrado en la producción de higueras bajo plástico, en sistema de plantación superintensiva, con el objetivo de intensificar la densidad de plantación e incrementar la productividad, además de abrir una ventana comercial que permita poner en el mercado brevas e higos fuera de las épocas convencionales de producción, eso sí, manteniendo el óptimo nivel de calidad, calibre y sabor. Además, estos ensayos, que están teniendo muy buenos resultados, aportan un mejor control y prevención de plagas consideradas clave en el cultivo de la higuera, tales como la mosca de la fruta, gracias al uso de técnicas de control biológico y el uso de insectos auxiliares y polinizadores.