Las cubiertas vegetales son aquellas estructuras vegetales (vivas o muertas) que cubren la superficie del suelo. En esta ocasión nos vamos a centrar en las cubiertas vegetales formadas por plantas vivas.
En general, todas las cubiertas vegetales mejoran la estabilidad y estructura del suelo, aportan materia orgánica y sirven de refugio para polinizadores y enemigos naturales. En zonas con pendientes o lluvias intensas, reducen la erosión de suelo y nutrientes, y permiten la circulación de maquinaria después de importantes lluvias. Estas estructuras verdes pueden llegar a ser el aliado perfecto del productor siempre que se haga una buena planificación y gestión para que no compitan con el cultivo en momentos críticos.
Tipos de cubiertas vegetales
Las cubiertas vegetales se pueden clasificar como:
- espontáneas o sembradas
- temporales o permanentes
- anuales o perennes
- abonos verdes o bandas florales
- y según otros beneficios que aporten al suelo y al cultivo
Cubiertas vegetales y sembradas
Las cubiertas vegetales formadas por plantas presentes de forma natural en el campo se consideran espontáneas, mientras que las sembradas son aquellas que se han cultivado a partir de mezclas de semillas seleccionadas.
La principal ventaja de las cubiertas espontáneas es que son especies adaptadas al suelo y el clima, sin embargo, al no estar seleccionadas, pueden competir con el cultivo por agua y nutrientes durante periodos de máximas necesidades.
Las cubiertas sembradas se escogen en función de las características del campo (suelo, clima y cultivo) y los objetivos que se busca lograr con esa mezcla concreta de especies.
Cubiertas temporales o permanentes
Según la permanencia de la cubierta se habla de cubiertas temporales o permanentes. Las temporales son aquellas que están en campo durante un tiempo limitado, generalmente menor al del ciclo completo, y se siegan e incorporan al suelo antes de que puedan producir semillas. Suelen sembrarse con un objetivo específico de mejora de suelo, como por ejemplo aumento de materia orgánica, reducción de presencia de nemátodos o recuperación de nutrientes lixiviados durante cultivos anteriores.
Las cubiertas permanentes, son aquellas que se manejan para que permanezcan en el campo año tras año sin necesidades de resiembra.
Cubiertas anuales o perennes
En función de la duración del ciclo fenológico, al igual que otros cultivos y especies botánicas, podemos distinguir entre cubiertas perennes y anuales. En España, en zonas con veranos secos y calurosos, se recomienda utilizar plantas anuales de ciclo corto para que agosten antes del verano y no compitan por agua con el cultivo.
Abonos verdes o bandas florales
Las cubiertas vegetales son una herramienta más para los productores; con ellas se puede mejorar la estructura del suelo, fijar nitrógeno atmosférico, atraer a insectos beneficios, mejorar la polinización, etc.
Las mezclas más habituales para proporcionar materia orgánica y nitrógeno al suelo están constituidas por gramíneas y leguminosas en proporción 80-20. Se consideran abonos verdes por la cantidad de biomasa que producen en breves periodos de tiempos y el nitrógeno que aportan gracias a las leguminosas y la simbiosis con bacterias del género Rhizobium.
En ocasiones se siembran mezclas de plantas que producen muchas flores entre líneas de cultivos o en los márgenes. Se escogen mezclas de especies con floraciones escalonadas para atraer y servir de refugio a polinizadores y otros insectos beneficiosos. Estas estructuras de biodiversidad en forma de bandas florales tienen efectos positivos en la polinización y en la supervivencia de colonias de enemigos naturales de ciertas plagas.
Algunas especies como las crucíferas (o brásicas) se utilizan como biocidas para reducir las poblaciones de ciertos nemátodos, hongos y bacterias de suelo, e incluse impedir la germinación de ciertas plantas adventicias. Uno de los mecanismos, conocido como biofumigación, se produce por la producción de sustancias tóxicas generadas en la descomposición de estas plantas.