La agricultura se ha quitado el ‘sambenito’ de sector anticuado y ajeno a la innovación. Hace ya años de ello. Antiguamente, solía decirse: el que vale, estudia; y el que no vale, va al campo. Esa frase ya no es aplicable al sector agro que, en las últimas décadas, ha dado un paso de gigante y se ha modernizado. En la anterior crisis económica, la de 2008, cuando explotó la burbuja inmobiliaria, muchos de los que miraban a la agricultura por encima del hombro, se refugiaron en ella al calor de su estabilidad y su rentabilidad. Y, desde entonces, expertos y técnicos coinciden en que la frase debería aplicar al revés porque para dedicarse al sector agrícola y tener éxito no se pueden hacer las tareas de cualquier manera. Son necesarios el conocimiento, la investigación y la innovación aplicados a sus procesos para poder caminar por la senda de la eficiencia, la sostenibilidad y la rentabilidad.
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Mayor productividad en la agricultura
La agricultura ha dado un salto cuantitativo en sus niveles de productividad, de la mano de la tecnología. Pero también ha dado un salto cualitativo en cuanto a su percepción de la realidad y su interacción con el entorno natural y con la sociedad. Ya no vale con producir de cualquier forma y a cualquier coste. El agro cultiva buscando rentabilidad económica, pero también eficiencia en el uso de los recursos. Ha adoptado la sostenibilidad no como una obligación sino como una filosofía que ha de ser el eje principal de todas sus actuaciones y decisiones.
Nuevos modelos de negocio agrícolas
Esta visión ha abierto las puertas a nuevas oportunidades, a nuevos modelos de negocio. Además de calidad y precio, el consumidor demanda productos más saludables, con menos residuos químicos, envases más sostenibles, menor huella hídrica y de carbono, producidos por mano de obra con un sueldo y unas condiciones de vida dignas… En definitiva, se ha cerrado el círculo y toda la cadena de valor, desde el agricultor hasta el cliente, prioriza sus necesidades y actúa en consecuencia.
Modernización del sector
Este enfoque ha motivado una mayor apuesta por la modernización del sector. La tecnología y sus aplicaciones, al servicio del agro, permiten alcanzar estos objetivos y poner en valor todo el esfuerzo que hay detrás de un aguacate, una almendra o un pistacho. La digitalización ha proporcionado servicios como el big data, la inteligencia artificial, infinidad de apps, el riego inteligente… Las herramientas que se han desarrollado gracias a este salto digital que está dando la agricultura permiten impulsar nuevos modelos de gestión de fincas, facilitando las tareas, proporcionando datos en tiempo real que ayudan en la toma de decisiones y generando mayor productividad y rentabilidad para el agricultor, sin dejar de lado la eficiencia en el uso de los recursos y, por lo tanto, la sostenibilidad.
La agricultura es una inversión estable
Estas herramientas permiten la transformación de explotaciones de cultivos con escaso nivel de tecnificación y bajos precios en origen por otros modelos de fincas con cultivos de alto valor y precios rentables en los mercados, además de ser una opción para la diversificación por parte de agricultores que deseen apostar por este nuevo modelo sin renunciar a otros que estén desarrollando y que les esté dando buenos resultados, así como para aquellos que ven en la agricultura una inversión estable y de futuro, pero que pertenecen a otros sectores, y no tienen claro cómo dar el paso hacia el agro y hacerlo con garantías y, a la postre, con éxito.
Para todos ellos, el servicio integral de Agbar, que gestiona los proyectos de cultivos de alto valor ‘llave en mano’, facilitando todas las labores y asesorando en cada una de las fases del cultivo, supone una gran oportunidad que ya han aprovechado con éxito numerosos productores de almendro, aguacate, cítricos, olivar, pistacho o nogal.