Diferencias entre la agricultura tradicional y la agricultura ecológica
La agricultura convencional se sustenta sobre los principios de la denominada Revolución Verde, por lo que sus características se centran, principalmente, en el el uso de maquinaria agrícola, semillas mejoradas, productos de síntesis química, ya sean para fertilización o para el manejo y control de plagas, con el objetivo de aumentar la producción de alimentos orientada al mercado, sin tener en cuenta los efectos que se puedan producir en el medioambiente como consecuencia del uso de este método productivo.
Por su parte, la agricultura ecológica se basa en un sistema sostenible que respeta el medioambiente y el bienestar animal; además, incluye todas las demás etapas de la cadena de valor: suministro de materias primas, procesamiento, almacenamiento, transporte, distribución y servicios minoristas. Así es como lo define la Unión Europea, cuyos eurodiputados votaron las nuevas normas en abril de 2018. Estaba previsto que el texto acordado, aprobado por el Consejo de Ministros de la UE, entraría en vigor el 1 de enero de 2021. Sin embargo, a causa de la crisis sanitaria de la Covid-19, el Parlamento Europeo acordó, en octubre de 2020, retrasar un año la aplicación de la nueva normativa, hasta el 1 de enero de 2022, proporcionando más margen de adaptación para los agricultores y las autoridades de cada estado miembro.
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A grandes rasgos, la producción orgánica es un sistema general de gestión agrícola y producción de alimentos que combina las mejores prácticas ambientales, un alto nivel de biodiversidad, la preservación de los recursos naturales y la aplicación de altos estándares de bienestar animal, contribuyendo a mantener la biodiversidad, el equilibrio ecológico y la calidad del agua y del suelo. Para ello, se prohíbe el uso de fitosanitarios químicos y fertilizantes sintéticos; hay una severa restricción del uso de antibióticos en la ganadería; está prohibido el uso de organismos genéticamente modificados (OGM); se fomenta de la rotación de cultivos y el uso de recursos in situ como fertilizantes naturales y alimentos para animales; y la cría de ganado al aire libre y con piensos orgánicos.
Desventajas de la agricultura tradicional
Entre las principales desventajas de la agricultura convencional se encuentra el uso indiscriminado de productos químicos para mejorar el rendimiento, además de determinadas labores incorrectas que contribuyen a deteriorar la resistencia natural que tienen las plantas frente a las enfermedades y las plagas. En paralelo, el uso masivo de la química ‘acostumbra’ y facilita su asimilación a los virus, que generan resistencias frente a ellos, lo que hace que, estos productos pierdan eficacia o sea necesaria una mayor dosis para lograr la efectividad deseada. Todo ello provoca la destrucción progresiva del entorno, afectando directamente a la salud de los suelos y sus microorganismos, restándoles fertilidad, y contaminando los acuíferos a causa de la filtración.
La agricultura tradicional permite el uso de plaguicidas y herbicidas sintéticos, mientras que el sistema ecológico únicamente se pueden utilizar productos biodegradables de origen natural. La producción convencional empuja a la desaparición de las variedades y semillas autóctonas, que se van perdiendo en favor de otros, de carácter híbrido o modificado genéticamente, con el propósito de aumentar la producción; por su parte el modelo eco apuesta por las variedades autóctonas, las cuales, ofrecen una resistencia natural a las enfermedades y las plagas de su zona, debido a su adaptación evolutiva.
Ventajas de la agricultura ecológica
Por otro lado, el sistema agrícola tradicional se suele centrar en el monocultivo, lo que potencia la aparición de nuevas plagas y enfermedades, frente a la producción orgánica, en la que los cultivos van rotando, ofreciendo mayor diversidad y resistencia a estos organismos. La agricultura ecológica fomenta la biodiversidad del entorno y de los microorganismos del suelo, además de proteger la fertilidad de los suelos al utilizar abonos naturales, mientras que la base principal del sistema convencional es el uso de nitrógeno.
Agricultura ecológica como tendencia
En los últimos años, el número de consumidores que compran alimentos producidos de forma ecológica ha crecido considerablemente. Aunque aun representan una proporción bastante baja de la producción agrícola total en la UE, estos productos están cada vez más presentes en el mercado debido al auge de la demanda de los usuarios, cada vez más preocupados por su salud, así como por la sostenibilidad y el respeto al medioambiente.
A escala mundial, Estados Unidos lidera el gasto en alimentos orgánicos, con una factura total de 40.600 millones de euros, según los datos del Parlamento Europeo, correspondientes a 2018, seguido de la UE, con 37.400 millones de euros. Por países, llama poderosamente la atención Alemania, que en 2018 consumió productos ecológicos por valor de 10.900 millones de euros, casi un tercio del total en Europa.
El crecimiento del consumo en la UE ha sido vertiginoso, registrando un 80% en seis años, al pasar de los 20.000 millones de euros de 2012 a los 37.400 millones de 2018. En paralelo, la superficie cultivada ha crecido un 34%, al pasar de poco más de 10 millones de hectáreas en 2012 a rozar los 13,5 millones de hectáreas de 2018.
El consumidor europeo lo tiene claro. Según las encuestas realizadas por Eurostat y el Eurobarómetro, el 79% de los consumidores piensa que los alimentos orgánicos se producen con un uso muy restringido de pesticidas, fertilizantes o antibióticos; el 78% considera se produce utilizando mejores prácticas ambientales; el 76% cree que respeta estándares más altos de bienestar animal; el 72% dice que es de mejor calidad; y el 70% asegura que es más segura.
Aunque la superficie dedicada a cultivos ecológicos sólo representa el 7,5% del total del área cultivada en la UE, según los datos correspondientes a 2018, la tendencia es progresivamente creciente, en paralelo al aumento de la demanda de los consumidores. El mayor precio de estos productos en el mercado, traducido en una mejor rentabilidad para el agricultor, es el mejor gancho para que la curva continúe siendo ascendente, de ahí que en muchos países, España entre ellos, este sistema lleve años en alza. De esta forma, la menor tasa de productividad de la agricultura orgánica se ve compensada, con creces, a través del precio que se obtiene por los cultivos. España es el segundo país europeo en superficie de cultivos ecológicos, con algo más del 15%, sólo superada por Francia, que roza el 17%.
Fuentes bibliográficas y documentales: