Los expertos en climatología vaticinan que la sequía que padece España en los últimos años continuará haciendo estragos en nuestro modelo agrícola y en la forma tradicional de cultivar, ya que los escenarios climáticos que manejan desde la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), muestran un descenso del 15% de la precipitación total para los próximos años, además de que aumentará la tendencia a que las lluvias se produzcan de forma torrencial durante el otoño.
En el primer semestre de 2023, se ha registrado un 27% menos de volumen de lluvias en el territorio nacional, situándose entre los ocho semestres más secos de la serie histórica, que estudia la Aemet desde 1961.
En los últimos años, España está padeciendo una sequía severa, fruto de una combinación de elevadas temperaturas persistentes y aire extremadamente cálido procedente del norte de África, unido a la sequedad del suelo por la continua escasez de lluvias. Las olas de calor son cada vez más intensas, al igual que los periodos sin precipitaciones son cada vez más prolongados. Además, el calor se alarga hasta bien entrado el otoño, por lo que se genera gran incertidumbre a la hora de sembrar los cultivos, lo que, unido a la falta de agua, provoca que se adelanten las primeras heladas, provocando mayores daños en unas plantas aún muy jóvenes.
Por el contrario, las lluvias primaverales ayudan a un rápido crecimiento de los cultivos, pero si se produce una ola de calor, las necesidades hídricas se multiplican y, si no se cubren adecuadamente, la planta no desarrolla el fruto como debería, mermando la cosecha final.
De ahí la importancia de apostar por modelos de cultivo sostenibles desde el punto de vista económico, social y medioambiental, teniendo en cuenta las características de la zona a la hora de planificar un determinado cultivo, así como el clima y la disponibilidad de agua para riego, de forma que se puedan optimizar los recursos e impulsar proyectos viables y con una adecuada rentabilidad para los productores.
La sequía, responsable de la mayor siniestralidad en la historia del seguro agrario
El ejercicio 2022 se consideraba, hasta ahora, el de mayor siniestralidad de la historia del seguro agrario, con un total de 769 millones de euros abonados a los productores por parte del Sistema de Seguros Agrarios Combinados (Agroseguro). Sin embargo, en los primeros seis meses de 2023, y a falta de los daños que se registren en el segundo semestre, ya se ha superado esa cifra, con una estimación de indemnizaciones de 772 millones de euros, tal y como detallan desde Agroseguro, que señalan a la actual sequía como la responsable del mayor siniestro de la historia del seguro agrario, agravado por las tormentas de pedrisco de las últimas semanas.
Por tipos de cultivo, los herbáceos lideran la cifra de indemnizaciones, con siniestros valorados en 388,85 millones de euros, una cifra provisional a la que se sumarán los partes recibidos posteriormente. La fruticultura ha registrado 75,82 millones de euros en indemnizaciones; el viñedo, 48,17 millones; la citricultura, 43,93 millones; el ajo, 35 millones; y el conjunto de hortalizas, 34,16 millones de euros. El resto se ha destinado, principalmente, a los daños producidos en cereza, almendro y caqui.