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Tipos de enfermedades agrícolas más comunes

Los virus causantes de enfermedades vegetales suponen una enorme amenaza para la agricultura mundial provocando pérdidas de varios miles de millones de euros cada año. Los factores que favorecen la aparición de virus son el comercio internacional, el cambio climático y la capacidad que estos tienen para evolucionar con rapidez, tal y como lo recoge el informe ‘Detección de virus de plantas y manejo de enfermedades: relevancia de la diversidad genética y la evolución’, publicado por investigadores del Centro de Protección Vegetal y Biotecnología del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA) y del Centro de Investigación en Agrigenómica (CRAG).

¿Cuáles son los cultivos más vulnerables a enfermedades y plagas?

En concreto, los sistemas agrícolas basados en monocultivos con baja diversidad genética y alta densidad de plantas, que son más vulnerables a patógenos y plagas, representan el mayor factor de riesgo para el auge de enfermedades; seguidos del cambio climático, que afecta al área de distribución de huéspedes y vectores; así como el comercio internacional de material vegetal, cuya actividad provoca el transporte de virus, huéspedes y vectores a nuevos territorios.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, de sus siglas en inglés), el mayor efecto económico directo un plaga y enfermedad transfronteriza es la pérdida de la producción o la menor eficiencia de la misma, lo que reduce los ingresos agrícolas. La gravedad de las consecuencias económicas dependerá de las circunstancias específicas y del grado de diversificación agrícola de la zona. Asimismo, los efectos de una menor productividad de los cultivos pueden ser de larga duración, dependiendo del nivel de incidencia y de infección, que pueden afectar a las tasas de fertilización o a la recuperación de las semillas, mientras que las aplicaciones severas de plaguicidas para luchar contra estas enfermedades pueden, a su vez, dañar la fertilidad del suelo y el agua.

Además de las pérdidas económicas provocadas directamente sobre los cultivos, existen otros efectos que dependerán de la capacidad de adaptación de los agricultores a este tipo de situaciones, así como de los posibles ajustes del mercado. Está claro que el riesgo cero no existe y, si algo ha quedado claro a lo largo de la historia, es que siempre han aparecido nuevos virus. Un hecho que continuará produciéndose en el futuro, como predicen los expertos, que advierten de la importancia de analizar la evolución de estas enfermedades en el pasado y en el presente para poder prevenir y amortiguar, en la medida de lo posible, los efectos de aquellas que están por venir para que no comprometan el futuro y la sostenibilidad del modelo agrícola de cualquier territorio.

Herramientas para reducir el riesgo de enfermedades en los cultivos

El refranero español, siempre sabio, aporta uno de sus consejos ante esta situación: más vale prevenir que curar. En este sentido, un óptimo manejo del cultivo y la aplicación de estrategias de control de enfermedades y plagas se convierten en herramientas estratégicas para reducir al mínimo el riesgo del agricultor.

Mecanización de la explotación

Para ello, es necesario apostar por la mecanización en la explotación, lo que permitirá una producción precoz, mejorando el rendimiento a través de un marco de plantación adecuado y realizando las tareas de preparación necesarias para que la explotación esté preparada para la tecnificación.

Correcta elección de la variedad de cultivo

También es fundamental elegir bien la variedad, en función de la climatología de cada zona, conociendo exhaustivamente cuáles son las épocas con las mayores oscilaciones térmicas, así como la temporada de floración; las características edafológicas de la explotación; y llevar a cabo un adecuado manejo de la explotación, que requiere la realización de una serie de tareas, entre ellas, optimizar la poda para que desarrolle al máximo las ramas fructíferas sin condicionar la función estructural y mecánica; una buena gestión y control de plagas y enfermedades, unido al uso de planta certificada para garantizar una plantación más sana; apostar por la fertirrigación, aplicando nutrientes a la planta por medio del agua de riego, lo que adelanta la entrada en contacto con las raíces y limita las pérdidas por lixiviación; y un sistema de eficiencia energética y de riego, con un adecuado plan de amortización, para ahorrar costes e incrementar la productividad y la rentabilidad.

Suena bien, ¿verdad? Pues no es una utopía. Ya existen los medios técnicos y humanos para que el agricultor pueda hacerlo realidad. De esta forma, el productor podrá enfrentarse con garantías a las diferentes enfermedades y plagas de sus cultivos de alto valor.

Enfermedades y plagas más comunes en cultivos

Cultivo del almendro

En el almendro, destacan el brote seco o seca del almendro, que lo provoca el hongo phomopsys amygdaly, que infecta al árbol a través de sus heridas; la moliniosis está provocada por el patógeno Monilinia Laxa, que marchita las flores y seca los brotes del árbol; la lepra del almendro se infecta por el hongo taphrina deformans, que deforma y decolora los brotes; la roya, causada por el hongo tranzschelia pruni-spinosae, que es más intenso a mayor humedad; y el cribado, provocado por el hongo Stigmina carpohyla, que causa graves daños en tallo, brotes y hojas.

Cultivo del pistacho

Lo que más ataca al pistacho son el Verticillium albo atro, un hongo presente en la mayoría de los suelos, muy presente en California; Septoria y Alternaria Alternata, una plaga provocada por un hongo que daña el fruto y las yemas de la cosecha siguiente; la botrytis, que mata los brotes tiernos; la Botriosphaeria Dothidea, que produce graves daños al árbol a través de yemas de flor afectadas en el año anterior; y las aflotoxinas en pistacho, un fenómeno natural que se produce por los hongos Aspergillus flavus y Aspergillus parasiticus, así como por ataques de la conocida como oruga de la naranja navel.

Cultivo del olivar

El olivo presenta un amplio catálogo de enfermedades: la polilla del olivo (Prays oleae), que se alimenta de las hojas, las flores y los frutos; la mosca del olivo (Bactrocera oleae), que deposita sus huevos en el interior del fruto; la cochinilla (Saissetia oleae), que produce una melaza que estimula el desarrollo de un hongo que ataca las hojas; el agusanado del olivo o Euzophera (Euzophera pingüis), que crea galerías en el interior del olivo; la aceituna jabonosa (Colletotrichum gloesporoides), que ataca el fruto y, en ocasiones, también las hojas y la madera; el repilo (Spilocaea oleagina), que forma manchas circulares en el haz de las hojas; y la tuberculosis, conocida también como roña del olivo, causada por una bacteria, que infecta al olivo a través de sus heridas, formando tumores que limitan la circulación de la savia.

Cultivo del aguacate

Las principales plagas del aguacate son las diversas especies de trips, principalmente, Frankliniella y Scirtothrips, que dañan los brotes tiernos; la araña roja, un ácaro que se alimenta de la savia de las hojas reduciendo su actividad fotosintética; el barrenador pequeño del hueso (Conotrachelus perseae), un insecto cuya larva se alimenta de la semilla y puede afectar la producción hasta en un 80%; el barrenador de ramas (Copturus aguacatae), cuando la larva se alimenta de la madera llegando hasta el inicio de la pupación; el agallador del aguacatero (Trioza anceps Tuthill), que debilita la hoja afectando el área fotosintética; y la escama, que se alimenta de hojas, tallos y frutos. Por su parte, las enfermedades más conocidas son la Phytophthora cinnamomi o ‘tristeza del aguacatero’, un hongo que pudre las raíces; la Antracnosis (colletotrichum gloesporoides), un hongo que pudre el fruto en campo y en poscosecha; la roña (Sphaceloma persea), un hongo que daña hojas, tallos y frutos; el anillamiento del pedúnculo, que provoca la caída del fruto tras el cuaje, llegando a unas pérdidas del 90%; y la mancha negra (Cercospora purpura), que ataca las hojas y puede provocar su caída.

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