Sistemas de cultivo de alta eficiencia para el olivar - Agbar Agriculture

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Sistemas de cultivo de alta eficiencia para el olivar

Los sistemas de cultivo de alta eficiencia, única fórmula viable para salvar al olivar para garantizar el futuro del olivar

En España, el cultivo de olivar ocupa más de 2,6 millones de hectáreas de superficie, según los datos contabilizados por el Ministerio de Agricultura. Sin embargo, no todas se encuentran en producción, pues hay algunas que están en régimen de abandono. La mayoría, eso sí, que suman más de 2,4 millones de hectáreas, están operativas. El olivar es un cultivo de los denominados ‘tradicionales’ por las características de su gestión en la mayor parte de los casos. A pesar de ello, hay técnicas agronómicas suficientes para dar un salto cualitativo y cuantitativo en cuanto a los rendimientos que puede ofrecer.

Por territorios, Andalucía lidera el ranking nacional, rozando los 1,5 millones de hectáreas cultivadas; le sigue Castilla-La Mancha, con 373.000, Extremadura, que roza las 200.000, Cataluña, que supera las 100.000, la Comunidad Valenciana, con 90.000, y otras zonas con menor capacidad como Aragón, con 45.000 hectáreas, Madrid, con 20.000, y la Región de Murcia, con algo más de 21.000.
Estas cifras consolidan a España en la primera posición como productor de aceite de oliva en el mundo, con una previsión de 1.680.000 toneladas para la campaña en curso, la 2020-2021, por delante de Italia y Grecia, que son los otros dos países mediterráneos que acaparan el podio internacional. En los últimos cursos agrícolas, España ha superado el millón de toneladas y se ha movido en un entorno de entre un 40 y un 55% del total de la producción mundial de aceite de oliva.

En conjunto son 32 los países que elaboran este ‘oro verde’ líquido. Tras España, Italia y Grecia se sitúa Portugal, en cuarta posición como productor mundial; tras él, completan la lista hasta el ‘top 20’ Turquía, Siria, Marruecos, Argelia, Chile, Argentina, Jordania, Australia, Libia, Palestina, Líbano, Israel, Albania, Estados Unidos e Irán.

El sector del olivar está condicionado por la evolución del precio del aceite de oliva en los mercados. Una situación que pone de relieve la necesidad de dar un paso al frente en esta industria, para ganar terreno en el apartado de la comercialización, al igual que aún es una asignatura pendiente en lo relativo a la tecnificación, pues la posibilidad de aumentar el rendimiento del olivar, aplicando técnicas innovadoras, como es el caso del cultivo superintensivo, ha supuesto toda una revolución en un sector que, tradicionalmente, le cuesta dar pasos en favor de una necesaria modernización, mejorando así los problemas de rentabilidad que lo están ‘asfixiando’ desde hace años. Precisamente, llama poderosamente la atención que, comercializando la mitad del aceite de oliva que se pone en el mercado en el mundo, España no sea capaz de tener la sartén por el mango a la hora de obtener mejores cotizaciones por su prestigioso aceite de oliva.

Precisamente, el fruto mayoritario del olivar, pues también se puede rentabilizar como aceituna de mesa, está reconocido a escala mundial. La La Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) recomienda un consumo mínimo de aceite de oliva de 20 gramos al día para beneficiarse de los efectos saludables del ácido oleico, la vitamina E y los polifenoles que contiene el aceite de oliva. Eso sí, se recomienda un consumo equilibrado, como ocurre con la ingesta de prácticamente todos los alimentos. Los investigadores que trabajan en el Estudio PREDIMED sobre los efectos de la dieta mediterránea en la prevención primaria de la enfermedad cardiovascular han constatado que quienes consumen 40 mililitros al día “tienen menos riesgo de padecer diabetes; su presión arterial es más baja; presentan menos cuadros de depresión y, sobre todo, tienen menos riesgo de padecer una enfermedad cardiovascular”, lo que demuestra que quienes siguen una dieta mediterránea con aceite de oliva pierden peso frente a aquellas que toman otras bajas en grasa.

Perspectivas de futuro y costes de producción para el olivar

Con la vista puesta en el futuro, el sector se enfrenta, principalmente, a sí mismo. A años y años de producción bajo sistemas tradicionales que ofrecen unos ratios de productividad y rentabilidad tan ajustados que han puesto en peligro la supervivencia de cientos de olivareros que, asfixiados por la situación de bajos precios del aceite de oliva, se vienen movilizando desde hace años para visibilizar este problema, pues en muchos casos apenas cubren los costes de producción.


En este sentido, el estudio ‘Aproximación a los costes del cultivo del olivo’, elaborado por la Asociación Española de Municipios del Olivo (AEMO), recoge que hay “diferencias significativas en los costes de producción entre los distintos sistemas de cultivo”, destacando que “los sistemas intensivo y superintensivo” como “los más ajustados debido a que su mecanización optimiza la producción”. El sistema de producción superintensivo tiene costes similares al de seto, lo que destierra algunos falsos mitos de que el primero es más caro; mientras que “los olivares tradicionales, tanto mecanizables como no mecanizables, se encuentran en una franja de costes superiores a los precios actuales de mercado”.


El informe de AEMO califica de “grave” esta circunstancia, ya que este modelo representa más del 71% de la superficie de olivar cultivada en España. A juicio de este estudio técnico, “sólo caben tres soluciones ante esta circunstancia: el aumento del precio del aceite vía promoción y aumento de la demanda, la reducción de los costes optimizando la mecanización o el cambio del sistema de cultivo mediante una reconversión racional a olivares más intensivos y mecanizables”.


Precisamente, la recolección constituye el gasto más importante del productor, aproximándose al 40% del total de los costes en el caso de los sistemas tradicionales, por lo que “resulta clave” dar un salto “mediante la máxima mecanización en busca de la rentabilidad de la explotación”, explica AEMO. El estudio señala la necesidad de contar con asesoramiento profesional de calidad para mejorar el manejo agronómico, desde el punto de vista económico y medioambiental, y optimizar la productividad del cultivo, debido a la “gran importancia en porcentaje” del “coste de mantenimiento del suelo, siendo además la tarea de cultivo de más complejidad técnica”. A ello se une el coste de fertilización, que supone un 10% del total, pero que puede reducirse si se aplica en el momento adecuado, lo que refuerza la necesidad de contar con un buen asesoramiento.


Por el lado de la demanda, los mercados siguen respondiendo y demostrando el interés creciente por el aceite de oliva. En conjunto, en el mundo se consumen más de tres millones de toneladas de este oro líquido, con los países productores a la cabeza de la demanda: Grecia es líder, con 12,5 litros por persona al año, seguido de cerca por España, con 11,7 litros, junto a Italia y Portugal, con 8 litros, según los datos del Consejo Oleícola Internacional (2019/2020). Sin embargo, estas cifras no se traducen en unos mayores ingresos para los productores de estos países con mayor consumo, ya que el gasto medio anual en aceite de oliva por persona en Italia es de 73 euros, mientras que en España es tan sólo de 25 euros al año por persona. Curiosamente, el primer país consumidor no productor es Luxemburgo, con algo más de cuatro litros por persona y año, mientras que llama especialmente la atención el bajo consumo, de menos de dos litros por persona al año, en países mediterráneos como Francia o Suiza, donde prefieren utilizar mantequilla para aliñar sus recetas, así como en territorios con fuerte influencia mediterránea como Alemania o Reino Unido, donde se consume menos de un litro por persona al año.


Sin embargo, hay una gran tendencia en alza en países como China, Japón, Australia o Estados Unidos, donde está creciendo en gran medida el consumo de aceite de oliva e, inlcuso, han apostado por implantar grandes explotaciones de olivares de cultivo superintensivo, con el fin de abastecer su demanda interior. Precisamente, Australia es donde más aceite de oliva por persona se consume fuera de la región mediterránea y, por sus características, es uno de los países con mayor potencial para apostar por el cultivo del olivar.

Regadío en olivar

Es importante tener en cuenta las necesidades hídricas para el cultivo según el clima y el tipo de suelo de la zona, así como la reserva de agua disponible en el suelo después del invierno. Hay estudios que demuestran que con riegos mínimos de 1.500 metros cúbicos por hectárea se puede incrementar notablemente la producción, aunque hay factores fijos a tener en cuenta en cada explotación para calcular mejor las necesidades: el marco de plantación, la variedad de olivo escogida, el tamaño de los árboles y la producción esperada.

Optimizar la gestión del agua de riego es una de las prácticas más importantes para un correcto manejo del cultivo, para lo que se requiere ir de la mano de expertos adecuados que ayuden con esta tarea, para aportarlo en las épocas más críticas, prefloración y maduración, que coinciden, precisamente, las épocas de mayor sequía. En España, aún queda mucho margen de mejora en este sentido, pues sólo el 22% de la superficie dedicada a olivar, se explota en régimen de regadío, con una cifra de más de 530.000 hectáreas, concentradas, en su mayoría, en Andalucía (428.000 hectáreas), lo que deja una horquilla de casi el 80% del total, es decir, 1,9 millones de hectáreas que se cultivan en secano (1,1 millones de hectáreas en Andalucía, 349.000 en Castilla-La Mancha y 174.000 en Extremadura como máximos exponentes).

De la mano de un especialista

Es fundamental minimizar los riesgos a la hora de tomar decisiones en este tipo de proyectos, ya que la rentabilidad del proyecto está determinada por un análisis previo de viabilidad técnica y económica, un diseño optimo del proyecto, una ejecución correcta del proyecto y una gestión adecuada de la finca. En este sentido la optimización de los recursos productivos juega un papel fundamental en este cultivo. De ahí la importancia de caminar de la mano de especialistas como Suez Agriculture, la división técnica experta en la optimización del uso del agua para regadío, que ofrece de forma integral y llave en mano un amplio abanico de servicios tecnológicos y agronómicos diseñados para el manejo de cultivos de alto valor añadido, como es el caso del aguacate. Para ello, cuenta con el respaldo y los recursos técnicos y humanos de esta multinacional, una de las compañías líderes en el mundo en la gestión de recursos hídricos y servicios medioambientales, lo que se traduce en asesoramiento personalizado al agricultor para que obtenga la máxima competitividad y rentabilidad de su explotación, garantizando la calidad de la producción y los más altos estándares de sostenibilidad en el modelo de cultivo, un aspecto cada vez más demandado por las grandes cadenas de distribución internacional, que exigen a sus proveedores productos certificados en calidad, sanidad vegetal y de mínimo impacto medioambiental, empujados por la creciente demanda por parte de los consumidores, cada vez más responsables con su entorno, lo que les lleva a estar dispuestos a pagar más por este tipo de productos alimentarios.


En este contexto, una de sus máximas se centra en producir más con menos, lo que motiva a Agbar Agriculture para que sus proyectos se adecúen al contexto actual de aumento demográfico y el consiguiente incremento en la demanda de alimentos y recursos, cambio climático, protección del medioambiente y escasez de agua y suelo.


Para abordar con éxito estos retos, poniendo a disposición del cliente el mayor rendimiento posible de sus explotaciones, en armonía con la sostenibilidad, Suez Agriculture desarrolla sistemas de cultivo de alta eficiencia adaptados a las características particulares de la finca, que integran todos los eslabones del proyecto y las fases del ciclo de producción, partiendo de un análisis previo que permite elegir la mejor opción técnica y económica para cada finca. El análisis incluye las características de la parcela (estudio de clima, agua, suelo y orografía), el marco de plantación, la orientación y la variedad a utilizar, el sistema de riego, diseñado con óptimos criterios agronómicos, hidráulicos y energéticos para garantizar la máxima rentabilidad de las instalaciones durante su vida útil.


Para ello, Agbar Agriculture se apoya en las nuevas tecnologías y las energías renovables para alimentación energética del bombeo donde es viable técnica y económicamente. TICs que también utiliza en la fase de gestión de la finca, incorporando imágenes por satélite y modelos predictivos, tanto de cosechas como de plagas y enfermedades. Tras la recolección, Suez Agriculture se implica también en el análisis de ciclo de vida, mediante el estudio de la huella hídrica y la huella de carbono, mediante la certificación de estas como garantía sostenible ante los mercados. Y para aunar todas las partes del proyecto, está desarrollando una plataforma inteligente que integra la tecnología blockchain, para monitorizar, optimizar y digitalizar todas las fases de cada proyecto, desde la primera visita a finca que realiza un técnico de Suez Agriculture hasta el consumidor final.

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