Hacer de la necesidad virtud es fundamental en el ámbito empresarial, más aún, en situaciones de crisis como la que estamos padeciendo como consecuencia de la Covid-19. Además, saber adaptarse y anticiparse a los cambios es una acción estratégica que pone en ventaja frente a aquellas compañías que dilatan su forma de actuar ante este tipo de situaciones.
Las empresas tienen la obligación ética y moral de actuar cuanto antes para paliar, en la medida de lo posible, los efectos del cambio climático, en el marco de sus criterios ASG (ambientales, sociales y de gobernanza) y sus estrategias de responsabilidad social corporativa. Las consecuencias de estas acciones beneficiarán a las propias compañías que prioricen este tipo de actuaciones; de igual forma, saldrán beneficiados sus clientes; al igual que, directa o indirectamente, su entorno más cercano y la sociedad en general.
Agbar se sitúa a la vanguardia ante la reciente aprobación de la Ley de Cambio Climático y Transición Energética. La compañía lleva varios años actuando de acuerdo a esta nueva normativa, anticipándose a muchas de sus directrices relacionadas con la transición energética hacia un modelo económico sostenible y descarbonizado, fomentando el uso de las energías renovables y la eficiencia en el aprovechamiento de los recursos hídricos.
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La sostenibilidad no es un gasto, sino una inversión de futuro
En Agbar lo tenemos claro y sabemos que la sostenibilidad no es un gasto, como muchas empresas creen erróneamente. Es una inversión y un negocio en crecimiento que, según los datos del Instituto de Comercio Exterior (ICEX) podría impulsar oportunidades económicas valoradas en más de 12 billones de dólares y generar 380 millones de empleos de cara a 2030, tal y como recoge el informe ‘Better Business, Better World’ de la Comisión de Comercio y Desarrollo Sostenible.
Pero, además, es una forma de ser como empresa, de pensar, de planificar, de tomar decisiones y de actuar. Sabemos que la agricultura del mañana debe ser sostenible o no será, y por ello actuamos en consecuencia. Cualquier modelo agrícola ha de ser sostenible económica, social y medioambientalmente, o no sobrevivirá.
Nuestra apuesta por el uso de energías renovables aplicadas a la agricultura nos permite abaratar la factura eléctrica de la agricultura de regadío, a la vez que combatimos los efectos del cambio climático. Precisamente, el aumento de las tarifas eléctricas ha entrado en vigor el pasado 1 de junio y la tecnología solar fotovoltaica que ofrecemos proporciona energía limpia y asequible para todo tipo de explotaciones, incluso, aquellas ubicadas en zonas aisladas que no disponen de infraestructuras de red eléctrica para el abastecimiento necesario para las labores agrícolas, tanto de riego, como de laboreo, fertilización, recolección y logística. De esta forma, potenciamos la habitabilidad de los territorios rurales, cuyo desarrollo y vertebración está expresamente recogido en la Ley de Cambio Climático.
Agbar aboga por la modernización y el uso de tecnología de vanguardia en el campo. En el caso concreto de la energía renovable, utilizamos el Riego Solar Inteligente, adaptando los tiempos de riego requeridos en los diferentes sectores de la finca a la irradiancia disponible en cada momento, mejorando la eficiencia energética.
Agbar trabaja en consonancia con las disposiciones de la Ley de Cambio Climático, anticipándose a los numerosos desarrollos normativos previstos y que se irán concretando para conseguir sus objetivos entre 2030 y 2050. Además, la compañía se compromete a realizar un seguimiento a los diferentes planes y estrategias que verán la luz como consecuencia de la Ley de Cambio Climático, adaptando las actividades y sociedades del grupo a las especificidades de cada normativa.