Uno de los puntos débiles de cualquier sistema de producción agrícola se encuentra en acumular superficie y producción en torno a un número reducido de cultivos. Esta situación se convierte en una peligrosa espiral que presiona a la baja la rentabilidad del agricultor, reduciendo aún más los márgenes de comercialización de sus producciones en el mercado. Por ello, es vital apostar por la diversificación de cultivos como herramienta fundamental a la hora de complementar la renta agrícola, reduciendo, en paralelo, el riesgo que existe si se cuenta con un monocultivo.
Tradicionalmente, el sur de España ha presentado vastas extensiones de ciertos cultivos, considerados típicos, por su buena adaptación al clima, condiciones orográficas, suelo y disponibilidad de agua para el riego. Maíz, girasol, arroz y olivar son ejemplos de ello y han acaparado durante décadas los paisajes de Andalucía y Extremadura, ocupando los principales puestos en las tablas de mayor superficie agrícola.
Sin embargo, estos cultivos mayoritarios atraviesan dificultades de rentabilidad desde hace años, bien por su histórica dependencia de las ayudas europeas, en algunos casos, o bien, de la escasa modernización y tecnificación de los sistemas de cultivo, quedándose rezagados y obsoletos en términos de competitividad y rentabilidad, mientras observan, por el retrovisor, la que fue su época de gloria.
Es momento de dar un paso adelante. Un salto cualitativo y cuantitativo que, en muchos casos, ya se ha dado o se está comenzando a dar. Son numerosos los ejemplos de los denominados cultivos alternativos, que han venido para quedarse, ofreciendo un sustento complementario al agricultor e, incluso, pujando por convertirse en su renta principal.
¿Te gusta el contenido de nuestro blog? Síguenos en Facebook e Instagram para ver más publicaciones sobre agricultura y cultivos.
¿Cuáles son los cultivos alternativos del Sur de España?
Estevia y caqui
‘Revolución en la granja’
Ejemplos de esta ‘revolución en la granja’ son la estevia y el caqui, que han empezado a despuntar en algunas zonas de Andalucía. El primero, en el Valle del Guadalquivir, junto a Palma del Río (Córdoba), arrancó gracias a la iniciativa del Grupo de Desarrollo Rural del Medio Guadalquivir, que demostró que se adapta totalmente al clima con un alto rendimiento. El caqui se concentra en las comarcas de Alhama (Poniente granadino) y la Axarquía malagueña, merced a un proyecto que se inició con una cuarentena de agricultores que en muy poco tiempo ya superaban las 60 hectáreas.
Plantas aromáticas y medicinales
Las plantas aromáticas y medicinales también han venido para quedarse. Se trata de un segmento desconocido hasta hace poco a nivel comercial, que ha crecido al calor de proyectos cuyo objetivo era reducir el riesgo de desertificación y erosión. Por ello, el auge de su cultivo se deja notar en las zonas rurales de las provincias de Almería, Granada y Málaga, principalmente, lo que sirve de elemento de cohesión y como complemento a la renta en estos territorios. En la actualidad, Andalucía posee alrededor de 600 hectáreas, la gran mayoría, en régimen de ecológico.
Cacao
Otro fruto llamado a buscar un hueco interesante en el mercado es el cacao. El Instituto de Hortofruticultura Subtropical y Mediterránea La Mayora (Málaga), en colaboración con La Despensa de Palacio de Estepa (Sevilla), está investigando la producción de mazorcas de cacao en un ambiente protegido. Se trata de un producto con un gran potencial por sus salidas comerciales convencionales, así como hacia en canal Horeca. Sin embargo, aún debe consolidarse su manejo bajo plástico para superar dos retos: el primero, adaptarse a temperaturas inferiores a los 15 grados centígrados, debido a la naturaleza tropical del árbol del cacao, a diferencia de otros cultivos subtropicales ya establecidos en la costa mediterránea andaluza como el aguacate o el mango, que pueden soportar temperaturas cercanas a los cero grados centígrados; el segundo radica en que el cacao es una especie entomófila y, por tanto, hay que estudiar qué tipo de insectos nativos de Europa se pueden adaptar a polinizar sus diminutas flores.
Agricultura protegida: invernaderos
La agricultura protegida también pugna por abrir la puerta a nuevos cultivos, más allá de las tradicionales frutas y hortalizas del sureste nacional, que se agrupan en más de 35.000 hectáreas de invernaderos dedicados a tomate, pimiento, berenjena, calabacín, pepino, judía verde, melón y sandía.
Tirabeque
Con alrededor de 30 hectáreas, el tirabeque es uno de los ejemplos más firmes de diversificación de los cultivos bajo plástico. Las explotaciones se concentran en el término municipal del municipio almeriense de Dalías y en muy pocos años este producto se ha colado en las cocinas más exigentes por sus características para su uso gourmet por parte de los mejores chefs. Hasta el momento, la zona genera algo más de 220.000 toneladas de esta delicatessen, que cuentan con un importante impulso promocional para ganar aún más terreno: las denominadas Jornadas del Tirabeque Tierra de Dalías, que ya acumulan tres ediciones y lucen, además, el apoyo de la Diputación Provincial de Almería, a través del sello de calidad ‘Tierra de Sabores’.
Pitaya
La pitaya es otro de los productos que llama a la puerta. Los ensayos realizados con este fruto, también conocido como pitahaya o fruta del dragón, han demostrado su versatilidad para su implantación en un invernadero, aunque aún le quedan variables por resolver en el manejo de su cultivo, principalmente, en las tareas de polinización, pues debe realizarse de forma manual. Las investigaciones de esta planta de la familia de los cactus, cuyo fruto es muy suculento y nutritivo, con un gran contenido en vitamina C, se han llevado a cabo con técnicos de la Universidad de Almería, la Fundación Cajamar y el Ifapa. Uno de los atractivos del cultivo de pitaya es su elevada cotización en el mercado debido a su exotismo y el escaso volumen ofertado, algo que tiene doble filo, pues la demanda es muy irregular, por lo que es fundamental llevar a cabo una buena comercialización, tal y como advierte Juan José Hueso, investigador de la Estación Experimental de Cajamar, y uno de los participantes principales en esta iniciativa.
Otras frutas exóticas: maracuyá y granadilla
Siguiendo los pasos de la pitaya, se prevén nuevos ensayos con frutas exóticas, según anuncia Julián Cuevas, catedrático de Fruticultura en el área de Producción Vegetal del Departamento de Agronomía, un histórico investigador de la UAL, llegado a Almería desde la Universidad de Córdoba, hace 25 años, y que lleva estudiando la pitaya desde 2014. Será el turno de la fruta de la pasión, el maracuyá y la granadilla, aunque aún no hay fechas concretas para su estudio en campo.
Pepino dulce
El pepino dulce es otro de los frutos que generan una gran expectativa para los agricultores de invernadero. Los ensayos que ha realizado el Ifapa en este cultivo muestran unos resultados esperanzadores para dar el salto a una apuesta a escala comercial. Su fruto, aromático, jugoso y dulce, se puede emplear como fruta para postre, simulando al melón (aunque es menos dulce) o en ensaladas, además de en la elaboración de zumos y mermeladas. En los últimos años se ha relanzado el interés por este cultivo, principalmente, en países como Nueva Zelanda, Australia y Estados Unidos.
Higo
Un caso muy peculiar lo protagoniza el higo. Almería posee una gran tradición en el cultivo de este fruto, aunque sus posibilidades comerciales son limitadas. Un hecho que experimentar un giro radical gracias al estudio realizado por un grupo de investigación de Producción Vegetal y Economía Aplicada de la UAL, coordinado por Francisco Camacho Ferre y Luis Jesús Belmonte-Ureña, desarrollado en la Finca Experimental de la UAL-Anecoop. El proyecto, que persigue el cultivo rentable bajo plástico, ha conseguido el cuaje y desarrollo de frutos en pleno invierno con el objetivo de adelantar el calendario de recolección en más de un mes con respecto a la cosecha tradicional de brevas y la subsiguiente de higos, de forma que el productor se pueda posicionar en el mercado europeo, cuya demanda, en la actualidad, se encuentra en manos de países terceros a la UE.
Cultivo de frutos secos
Pistacho
El pistacho es uno de esos cultivos. Capaz de sobrevivir en condiciones climatológicas adversas, no ha dejado de crecer en España en los últimos años y, según el Ministerio de Agricultura, ya hay más de 29.000 hectáreas de este fruto seco, cifra que aumentó un 40% en sólo un año y un 300% en los últimos cinco años. Se trata de un cultivo de moda por la creciente demanda del mercado, lo que está provocando la necesidad de apostar por mejorar su tecnificación. Castilla-La Mancha concentra más del 70% de la producción de pistacho, seguida de Andalucía y Extremadura.
Almendro
Por otra parte, el almendro está más que consolidado en España, con una superficie de cultivo supera las 700.000 hectáreas, una cifra que ha crecido un 25% en el último año, lo que significa que sigue despertando el interés de los productores. La clave del almendro, para entrar dentro de este ranking de cultivos alternativos, es que debe apostar por el regadío. En la actualidad, el 81% se desarrolla en secano, lo que reduce notablemente la productividad, aunque su cultivo está más directamente relacionado con el desarrollo social y medioambiental de estos territorios, mientras que los que se trabajan con técnicas de riego son plantaciones superintensivas que obtienen rendimientos medios de 2.000 kilos por hectárea, frente a los 250 kilos de las zonas de secano.
Por comunidades autónomas, Andalucía se consolida como líder, superando las 158.000 hectáreas de almendro, con Granada y Almería a la cabeza, que cuentan con 85.220 y 43.841 hectáreas, respectivamente; le sigue Castilla-La Mancha, que cuenta con 132.240 hectáreas, la Región de Murcia, con 76.452; Aragón, con 72.668; la Comunidad Valenciana, con 60.046; y Cataluña, que roza las 34.000. Además, hay zonas pujantes como Extremadura, que ya supera las 10.000 hectáreas, de las cuales, casi la mitad son plantaciones recientes, es decir, con menos de cinco años, lo que muestra una tendencia al alza por este cultivo.
Cultivo de olivo
El olivar ocupa más de 2,6 millones de hectáreas de superficie en España. Aunque, a priori, puede parecer un cultivo tradicional, lo cierto es que depende del enfoque que el productor le dé a su forma de sacarle rendimiento. Andalucía, con más de 1,5 millones de hectáreas, lidera el ranking nacional, seguida de Castilla-La Mancha, con 373.000, Extremadura, que roza las 200.000, y Cataluña, que supera las 100.000. La capacidad de lograr un mayor rendimiento del olivar, aplicando técnivas innovadoras, como es el cultivo superintensivo, ha supuesto toda una revolución en un sector mal acostumbrado al ‘dejarse llevar’ y con graves problemas de rentabilidad.
En Extremadura, en los últimos cinco años, la superficie de olivar en regadío ha crecido más de un 50%, ganando terreno al maíz, y superando ya las 53.000 hectáreas de cultivo. De esta forma, el olivar se ha convertido en el cultivo con más hectáreas de regadío, ya que el maíz ha caído hasta las 45.000 hectáreas. Las industrias de congelado instaladas en la comunidad autónoma extremeña y la escasez de agua en la Región de Murcia han provocado también un creciente interés por cultivo de verduras como el guisante, que suma ya más de 9.000 hectáreas, así como el brócoli, un cultivo que cuenta con cooperativas que ya superan las 6.000 hectáreas cultivadas.
Documentación y bibliografía: