La digitalización es uno de los retos a los que se enfrenta el sector agrícola para garantizar su supervivencia a medio y largo plazo, así como su sostenibilidad económica, social y medioambiental, lo que incluye asegurarse una adecuada rentabilidad.
Para saber todo aquello que se puede y debe mejorar en materia de digitalización, es necesario conocer el punto de partida, el qué situación se encuentra en la actualidad. El Observatorio de Digitalización del Sector Agroalimentario y del Medio Rural ha realizado un estudio por parte del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, en colaboración con Cajamar, que desvela que el 84% de las explotaciones agrícolas españolas recogen datos de sus unidades productivas, lo que brinda la posibilidad de mejorar la gestión de los actuales sistemas de inteligencia artificial, así como la gestión de los insumos que se están utilizando. Es decir, existe un gran potencial para optimizar la gestión de las explotaciones agrícolas y los recursos que emplean.
El informe, elaborado a partir de una encuesta realizada a más de 3.600 productores, revela que más de la mitad de los productores ya utilizan el cuaderno digital de campo, en concreto, algo más del 53% del total.
Los resultados ponen de relieve el dinamismo de las empresas de la industria agroalimentaria de tamaño medio en cuanto a la utilización de tecnologías de alto impacto, así como el insuficiente conocimiento que se tiene acerca de las ayudas existentes para implantar e impulsar la digitalización, lo que merma su demanda por parte de los agricultores.
En ese sentido, el 52% de los encuestados pertenecientes al sector agricultura no las solicitan debido a que estas ayudas no siempre se ajustan a las necesidades más acuciantes que presenta el sector, en el que prevalece un tejido empresarial de tamaño pequeño o mediano.
El estudio muestra que las competencias digitales de los agentes que trabajan en el sector agroalimentario se encuentran por encima de la media de la población española. Además de aportar información relevante sobre la situación del sector en relación con las competencias digitales, recoge el grado de penetración de las nuevas tecnologías, las barreras y oportunidades que se perciben para su adopción, el estado de conectividad en su entorno, así como sus preferencias a la hora de recibir formación y asesoramiento.